jueves, 12 de septiembre de 2013

Moverse en el ángulo muerto

Nunca nadie quiere ser menos de lo que es y cuanto más se tiene más hay que perder. Razones suficientes ambas para que quienes están arriba defiendan su posición con uñas y dientes mediante métodos tan rudos como la opresión y la represión o tan sutiles como la anulación de las posibilidades de desarrollo de sus inferiores.

Todos estos métodos han ido evolucionando o repitiéndose a lo largo de los tiempos, pero tienen un fin último y un denominador común: evitar que el ser humano piense, ya sea por incapacitación directa, por distracción, por falta de tiempo o por agotamiento.

¿Qué podemos hacer? Poco, es la lucha de un gigante todopoderoso, con múltiples recursos a su alcance, contra un minúsculo enemigo. Pero se puede sobrevivir sin malvivir. Los poderes nos ven siempre como un conjunto, una masa con comportamientos predecibles, manipulables y planificables. Aplacarán cualquier atisbo de rebelión o lo absorberán dentro del sistema según su interés, pero su visión, necesariamente global, deja espacio al individuo aislado que habita en los márgenes del sistema (lo que no significa en la marginalidad).

Aprendiendo del aikido

Tomando prestadas del aikido terminologías y principios, podríamos decir que para vivir de manera digna e independiente es necesario “mantener el centro de gravedad del cuerpo estable”, es decir, interiorizar con fuerza y decisión el camino y apartarse lo mínimo de él.

Otro principio a seguir es “mantener total atención hacia tu oponente y lo que te rodea”. Los mecanismos de control y anulación de la persona por el sistema son infinitos y mutan con rapidez, lo que implica estar atento para conocerlos y seguir la máxima de pasar desapercibido. Esto conecta directamente con la característica fundamental del aikido, que es la búsqueda de la neutralización del contrario en situaciones de conflicto, dando lugar a la derrota del adversario sin dañarlo en lugar de simplemente destruirlo o humillarlo.

Los principios del aikido son aplicables tanto en la vida personal como en la profesional. En ambos casos, pelear y luchar frontalmente genera un grado de conflicto que a quien más perjudica en la mayoría de los casos es al individuo. Esto no significa pasividad total sino adaptarse y fluir con las situaciones. Las revoluciones y las guerras, con el paso de algunos años, no suponen nunca cambios significativos en las estructuras de poder de empresas y gobiernos.

Por tanto, la actitud a seguir se parecería mucho al principio de irimi. La idea de irimi o “entrar” es moverse fuera de la línea de ataque del oponente hacia su ángulo muerto, en el cual ya no le es posible atacarnos.

La pobreza consume las capacidades mentales

Dejando ya el aikido, han sido dos las lecturas que, en los últimos días de agosto, me han llevado a estas reflexiones. La primera de ellas, en El País del día 29, fue una noticia titulada “La pobreza consume las capacidades mentales”.

El artículo se hace eco del estudio de Anandi Mani (Universidad de Warwick, Reino Unido) publicado en la revista Science bajo el título “Poverty Impedes Cognitive Function”. Me quedo con estas conclusiones, señaladas por Alicia Rivera en la noticia:
"Los datos que presentamos sugieren una perspectiva diferente sobre la pobreza: ser pobre significa no solo afrontar escasez de dinero, sino también escasez de recursos cognitivos. Los pobres, con esta perspectiva, son menos capaces no debido a rasgos heredados sino porque el mismo contexto de la pobreza impone una carga y obstruye las capacidades cognitivas."
La segunda corresponde al artículo “Cuestión de estilo” de Fernando Aramburu, publicado en el suplemento Territorios de El Correo dos días más tarde y en su blog personal. El párrafo que llamó mi atención es:
“Sabido que en otros tiempos la posibilidad de acceder al dominio de las letras estaba limitada a los hijos de familias pudientes. Ellos eran, junto al clero, los únicos aptos para el ejercicio de la cultura superior, mientras que el pueblo llano, absorbido por los trabajos de subsistencia, debía contentarse con formas culturales bastante más simples. Esta separación desfavorable a tantos ciudadanos desprovistos de bienes y derechos se deshizo durante el siglo XX en las sociedades desarrolladas.”
1984

Como vemos, todo muy orwelliano ahora que su novela 1984 multiplica sus ventas en Estados Unidos y en el resto del mundo a raíz del caso Snowden. Orwell vio claramente estos y otros siniestros hechos que no hacen sino fortalecer al sistema y lo llevó magistralmente al límite (cada vez más cercano en la vida real) en su tenebrosa y desasosegante obra.

Para terminar, he mirado entre las citas que voy coleccionando a lo largo del tiempo y he encontrado algunas que ilustran un poco más esta entrada:

   “La sed de control por parte de los poderes es insaciable"
   “Para un estado capitalista es fatal tener principios
      Keynes
   “Los Estados, los Gobiernos, son por naturaleza siempre hostiles al espíritu y a la cultura
      Imre Kertész
   “Mientras escribo esto, seres humanos muy civilizados vuelan sobre mi cabeza tratando de matarme"
      George Orwell: A Life in Letters

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