sábado, 4 de abril de 2015

La mitología de la becada

Alrededor de los 15 años, tuve la fortuna de acompañar durante un par de temporadas a Ignacio -casado con una prima mía- en sus correrías cinegéticas por las márgenes del río Tiétar, en la zona donde vierten sus aguas las gargantas de Minchones y de Alardos.

Fueron días intensos, de largas caminatas a la busqueda de codornices que otros perros y cazadores no eran capaz de levantar. Tiempos otoñales, soleados o con la bruma envolviendo los rastrojos de los maizales. Era emocionante ver el trabajo de Star, su valiente y decidido drahthaar, rastrear metódicamente el terreno y paralizarse al ventear las piezas, codornices casi siempre y alguna perdiz ocasionalmente. 

Nunca olvidaré el lance del disparo a la perdiz que voló más allá del maizal y ya en la vertical de un intrincado arroyo que corría veinte metros más abajo, cayó desmadejada tras el escopetazo. Era un milagro cobrarla entre la vegetación y las aguas semiestancadas, pero lo logró.

Todo esto viene al hilo del día que más feliz vi a mi primo, que fue cuando consiguió cazar una becada, en un bosquecillo de robles. Nunca perdía la ocasión, cada vez que encontrada un terreno propicio, para olvidar las codornices y dedicarse a la búsqueda de la misteriosa becada, que tenía en lo más elevado de su altar como cazador.

Un tiro muy difícil, entre los troncos de los árboles y desafiando el vuelo entrecortado, silencioso y zigzagueante del ave. Nunca le vi tan feliz. Durante mucho tiempo guarde el increíble pico articulado como un fetiche de ese día.

Viene todo esto a cuento de un artículo que publicó Ramón Besa, que además de fútbol, sabe de otras muchas cosas -entre ellas escribir bien-. Bajo el título ''El misterio de la becada', se esconde toda la filosofía y la mitología en torno a la becada. Está maravillosamente contado y me hizo volver a unos años lejanos y enormemente felices, recorriendo sembrados y campos en los suaves otoños e inviernos de La Vera.

La imagen de la becada es de Wikipedia

sábado, 7 de marzo de 2015

Falta tiempo, al hilo de 2 menciones sobre Tom Waits

Algún día dedicaré el tiempo que me gustaría a escribir y compartir mis ideas, sensaciones y divagaciones en este blog. Ahora, con las crecientes obligaciones profesionales, relacionadas con blogs y redes sociales, no me queda tiempo.


Pero no por eso quiero dejar de dar a conocer asuntos que me motivan, por si a alguien le pueden servir de algo. Voy a publicar a partir de ahora, aquí, enlaces y algún comentario o textos, seleccionados de artículos y noticias que me han tocado la fibra en algún sentido.



La inspiración me ha sobrevenido leyendo el Babelia de hoy, en forma de dos menciones a Tom Waits en dos artículos diferentes. Ambos me han gustado y me ha parecido una de esas coincidencias que significan algo.

El primero es de mi admirado Carlos Boyero y se titula "Dylan desprende luz hasta en la oscuridad". En él se puede leer lo siguiente:

"Me han puesto a caldo desde el primer día. Dicen que no puedo cantar. Que croo, que sueno como una rana. ¿Por qué no dicen lo mismo sobre Tom Waits? Dicen que mi voz está fundida, que no tengo voz. ¿Por qué no dicen lo mismo de Leonard Cohen?..."

El segundo es de Fernando Neira. Está dedicado a Pablo Guerrero, su título es "Aún un chiquillo pasmado" y está motivado por el lanzamiento de su nuevo disco "Catorce ríos pequeños". De este texto quiero señalar especialmente estas dos citas del cantautor:

"Antes de los conciertos me paso casi un día sin comer, atenazado. En realidad sólo me relajo cuando jaleo a los músicos con una máxima que aprendí de Tom Waits: Vamos a tocar como si necesitáramos el dinero..."
"Es muy saludable pasar 20 minutos mano sobre mano, mirando el techo o las nubes"